Abrí el freezer y vi que le faltaba agua a las cubeteras. Una de las dos se había caído atrás de las milanesas de soja y al sacarla descubrí dos tiritas de papel dobladas a la mitad que hacía años habíamos plantado con mi mejor amiga cuando ambas teníamos (para variar) el corazón roto. Ahí estaban escritos los nombres de nuestros ex y metiéndolos al freezer esperábamos que se congele el amor que todavía sentíamos. Lástima que nadie nos avisó a tiempo que una vez que te volvías a enamorar, el sentimiento anterior se iba casi automáticamente, nos hubiera ahorrado horas de ideas tontas.
Llené las cubeteras, cerré y ,por las dudas, dejé los papeles donde estaban.